“El justo y el injusto no son producto de la naturaleza, sino de la ley.” - Arquelao
Esta historia está llena de ajetreos. Es viernes, el reloj del celular marca un poco más de las cinco de la tarde. Los dependientes de la Unidad de Flagrancia de Delitos y Contravenciones de Tránsito, Contravenciones Penales y violencia Familiar se han acostumbrado a trabajar en turnos poco convencionales; el de la tarde empieza a las 16:00 y se extiende hasta la medianoche. Así es la vida de los funcionarios judiciales de esta unidad guayaquileña.
La oficina del ajetreo, al que llegan todos, tiene un poco más de dos metros cuadrados y el aire acondicionado era riguroso con el calor, tanto que hace falta un abrigo para soportar el ajetreo que los espera. En la Secretaría del Fiscal dicen que la intensidad de trabajo aumenta el viernes en la tarde. El tránsito vehicular suele ser complicado en las calles noctámbulas de Guayaquil y más el viernes, cuando todos quieren ir a casa a descansar o quieren salir a farrear y por ende hay más inconvenientes. En un viernes -dicen- se atienden de tres a cinco audiencias diarias y pueden durar desde 20 a 30 minutos. La Unidad está en Florida Norte. El viernes 18 de noviembre, a las 17:00 era la única oficina activa en la zona, que está llena de edificios estatales.
En Guayaquil existen dos unidades judiciales. Una de ellas ubicada en Florida Norte y la otra ubicada en Albán Borja. Esta última tenía lugar en el cuartel modelo, destruido actualmente por el terremoto del pasado 16 de abril. Los cantones de Durán y El Empalme, en la provincia de Guayas, y Quitumbe, en Pichincha, ya cuenta con Unidades con Competencia en Delitos Flagrantes. Este tipo de complejos judiciales también existen en Quito, Ambato, Manta, Quevedo, Babahoyo y Guayaquil.
No hay una rutina exacta en el trabajo de los dependientes, a la oficina puede llegar cualquier caso (de los que atiende la oficina). Los más frecuentes son de tránsito: contravenciones de lesiones, choques, atropellamiento; también están los de violencia familiar y deportaciones a extranjeros. Como el caso que se llevó a cabo, el de Tekin Abdullah. Él es un ciudadano turco de 28 años y se presentó ante el juez de turno Gonzalo Villacreses porque ya había cumplido su condena y debía ser deportado a su país.
Una vez adentro se deben cumplir algunos rituales o más bien procesos que pueden resultar desconocidos para los extraños. Uno de ellos, por ejemplo, no se puede grabar la audiencia ni tomar fotos. Literalmente, una audiencia se detiene si alguien es descubierto y cae una advertencia verbal o debe retirarse de inmediato.
Villacreces leyó el informe. Observó que los implicados estuvieran presentes en la sala. Como él ya conocía de pie a cabeza la situación y el caso, lo manejaba con mucha naturalidad y seriedad, al igual el secretario que estaba sentado a su derecha, quien solo miraba su celular, escribía un mensaje, había una reunión a la que no podía faltar pero el trabajo es primero.
El silencio en la sala es parte del proceso, el frío del aire acondicionado no; la sala parece un páramo. Los visitantes deben cubrirse para no temblar, pero a Tekin le tocó ir en una camiseta azul sin mangas, pantaloneta café claro y zapatos deportivos. Utilizaba sus manos para calentar sus piernas, las frotaba y por los nervios movía las rodillas. Sus ojos también se movían para observar a una chica de cabello rojo y largo que se sentaba a su espaldas. Ella estaba tranquila durante el proceso, de hecho nunca habló. El secretario se acercó a la mesa del acusado para colocar una grabadora y así inicia con las palabras del
fiscal que da apertura al proceso. Él habla rápido y un poco bajo, se le entiende a ratos solo cuando sube el tono de voz.
Abdullah cumplió la condena de 2 años en el país por portar estupefacientes y debe ser deportado. Su abogado declaró que su defendido no puede regresar a Turquía porque es perseguido por el régimen de su país y que una vez cumplida su condena está en condiciones de quedarse en suelo ecuatoriano. En Turquía gobierna Recep Tayyip Erdogan, durante su régimen se ha caracterizado por apresar a periodistas, cerrar el medio escrito más antiguo de Turquía y perseguir a los supuestos golpistas que levantaron el Golpe de Estado.
El juez, ese viernes, pidió que el extranjero confirme la versión. A Tekin aún le cuesta hablar español, arrastra las palabras que suenan incomprensibles, pero el turco logra argumentar que conoció a su novia hace seis meses y que vivirá con ella (la misma joven de cabello rojo). Los ojos de los presentes recorren los rostros de los involucrados, el ajetreo que convierte en cruce de miradas y silencios alargados hasta que se oye a la persona con más autoridad en la sala.
Al juez de turno no convencieron sus argumentos porque faltó demostrar en documentos lo aseverado, es decir, la supuesta unión de hecho. Resolvió entonces que Tekin Abdullah debía ser deportado a su país. Cuando los extranjeros ingresan a Ecuador de forma ilegal y son reportados deben presentar más de un motivo para que se puedan quedar. Tener una familia, empezar los trámites de legalización y un trabajo estable es lo primordial. Si cometen algún delito cumplen su condena y deben regresar a su país.
La audiencia tomó media hora en realizarse, a Tekin una vez más, lo aprehendió la Policía, salieron por una puerta y nadie hizo nada para detener lo que ocurría, apenas la joven de cabello rojo siguió sus pasos.
Los funcionarios se retiran y a los exteriores de la sala llegan hombres y mujeres con aspecto de preocupación y tensión. Ellos están en su oficina abstraídos leyendo el siguiente caso, viendo informes, llenando formularios en las computadoras o conversando con otro colega. Alguien tocó la puerta y al alzar la mirada ven a hombres y mujeres con rostros nerviosos y ansiosos. Ellos tratan de explicar la situación, que ellos no cometieron ningún delito, que no merecen ir presos, que su familiar o amigo no hizo nada, etc. Los funcionarios escucharon con paciencia y lo que pueden decir es que en la audiencia se arreglará todo.
Así llegó Saraday Lara. Se mueve agitada y pide hablar con el fiscal. Le dijeron que suba a la sala porque la audiencia ya va a empezar. La mujer lucía ansiosa, su falda larga, cabello trenzado y delgadez la hacían parecer como una niña, sin embargo, ella es madre y fue a retirar cargos en contra de un ‘hermano’.
Saraday no fue sola, la acompañaron Karina y Felipe. Unos minutos antes de empezar la audiencia, cuando el juez y el fiscal ingresaban a la sala, Karina y Felipe se sentaron atrás y lo único que se escuchaba eran murmuraciones. Ellos se habían arrodillado para rezar, los dos al mismo tiempo, parecían pronunciar las mismas palabras. Querían que su hermano saliera libre y que una fuerza del cielo iluminara al juez. El ajetreo estaba en sus corazones y sus plegarias.
El día anterior, Francisco V., Evelyn M. y Jeremías F. (hijo de Saraday), regresaban de una reunión de la Congregación Cristiana. Los tres en una moto. Ellos se encontraban vía Daule y el vehículo se estrelló con un muro divisorio, él, según el abogado defensor, no iba a exceso de velocidad ni estaba ebrio, solo que el conductor "no lo vio". De los tres que iban en la moto Jeremías F., de 4 años, se llevó la peor parte. El menor fue ingresado al Hospital del Niño y le encontraron un trauma en la cabeza.
En la audiencia el abogado del acusado (Francisco no se presentó porque está hospitalizado) dijo que “el accidente ocurrió y nadie se lo esperaba”. El turno de Lara llegó para declarar, ella no deja de agradecer a Dios por estar vivos y que su pequeño está mejor y descansa en casa luego de 24 horas internado. “Él (Francisco V.), es mi hermano, nosotros vivimos en la misma casa de la Congregación Cristiana. Allá todos nos ayudamos y somos hermanos (...)Yo lo considero tío de mi hijo”, argumentaba Lara. Mientras hablaba sus manos tocaban su pecho como para calmar el ajetreo en su corazón y así pudiera convencer al juez.
Luego de escuchar las declaraciones de ambas partes el juez determinó que se reprogramará otra audiencia cuando el acusado esté recuperado y además, pidió una nueva valoración médica del niño para determinar su estado, ya que el menor resultó severamente herido. Cuando hay un herido y el doctor valora que su recuperación lleva más de 90 días o muere, el acusado es sentenciado a 5 años de prisión.
on las 23: 30. Termina un día de audiencias y turnos. El juez y el fiscal se retiraban, su semana fue ajetreada, en la semana realizaron 18 audiencias. A medida que llegaba la medianoche, los funcionarios alistaban sus cosas para terminar su turno. Entre las 00:00 y las 08:00, hora que empieza el siguiente turno, la Policía se queda en el edificio. Llegan más personas que presuntamente cometieron algún delito, pero deben esperar una audiencia en un turno regular de la Unidad de Flagrancia de Delitos y Contravenciones de Tránsito, Contravenciones Penales; el ajetreo fue por horas de la Policía.
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