Bajo el sol de las diez de la mañana, con una temperatura que solo amenaza con subir, el Malecón Simón Bolívar se va llenando de visitantes. A la altura de la calle Julián Coronel, curiosos y entusiasmados turistas, así como familias enteras, son quienes visitan la primera rueda moscovita de América del Sur, llamada ‘La Perla’, en alusión al apelativo que recibe la ciudad de Guayaquil
Son recibidos por trabajadores uniformados y sonrientes, y el ambiente todavía tiene una sensación a ‘nuevo’. La fila no es larga, pues solamente ha pasado una hora desde que la atracción está abierta al público. Además, es un fin de semana en la mañana y pocos son los que se aventuran a dar un paseo en la noria-mirador, pues todavía hay quienes quieren esperar a que “se despeje y pase la novedad”.
En la noche es cuando guayaquileños y extranjeros se cautivan por el juego de luces que adornan la rueda moscovita y es también cuando hay mayor cantidad de visitantes.
Con 57 metros de altura, ‘La Perla’ es el nuevo atractivo de la ciudad, que fue construida con el objetivo de impulsar el turismo en la urbe porteña. Este proyecto cuenta con 36 cabinas para una capacidad de 216 personas, hasta seis en cada una. Los horarios de atención son de 10:00 a 22:00 de lunes a viernes y de 10:00 a 00:00 los fines de semana.
Reprolimit, la empresa privada que invirtió USD 4,5 millones en esta gran estructura, es la que se encarga de la administración directa de la rueda moscovita. Miguel Angel Unda, representante del departamento de comunicación del Municipio de Guayaquil, comenta que, pese a que la municipalidad no tiene ninguna vinculación con manejo de la obra, el 10% de lo que quede de ganancia de la taquilla va destinado como aporte a la entidad.
Los pasajeros tienen una amplia variedad de opciones para la compra de los boletos, pues hay opciones generales (con menor costo y más tiempo en la fila) y ‘exprés’ (de mayor costo pero se puede ingresar más rápido). Para subirse hay que estar atento, pues la noria no deja de rodar en ningún momento. Aunque va a poca velocidad, los turistas se aceleran al momento de abordar las cabinas, por temor “a que se les vaya” y les toque dar la vuelta en la siguiente.
Una vez dentro, el acondicionador de aire, la música y un vídeo de promoción reciben a los pasajeros. Las cabinas también cuentan con conexión a internet por wifi, por si desean tomar fotografías y compartirlas al instante. A medida que se asciende, es posible admirar el río Guayas y el cerro Santa Ana desde diferentes ángulos.
Doce minutos exactos son los que dura el viaje, y aunque parece muy poco, es suficiente para que quienes admiran la ciudad desde arriba se tomen fotografías del recuerdo.
Carmen Parra, de Guayaquil, se subió junto a su esposo e hijo. Aunque sí disfrutó de la vista, confiesa que sintió un poco de miedo por la altura. “Sí es bonita la vista, sí lo recomiendo”, expresó.
“La Perla” fue inaugurada el 25 de octubre, luego de un proceso de construcción que viene desde junio. En la noche de apertura, a propósito de las fiestas de la independencia de la ciudad, el alcalde Jaime Nebot, dio el primer paseo. Otras autoridades como la vicealcaldesa Doménica Tabacchi y directivos de la concesionaria Reprolimit estuvieron presentes.
Semanas antes, en la reunión en la que el Municipio de Guayaquil presentó los planes del mes de octubre, la vicealcaldesa se refirió a la nueva atracción y señaló la importancia que esta tiene para el turismo de la ciudad y del país. “Vamos a convertir al Ecuador en un lugar icónico, que tiene la rueda moscovita más alta de Sudamérica”, agregó.
La noria mirador, conocida comúnmente como rueda de la fortuna, fue creada por George Ferris, un ingeniero estadounidense. “La noria de Ferris” de 75 metros de altura se constituyó como la primera rueda de feria conocida en 1839 en una exposición de Chicago. Esto dio impulso a que otros países construyeran e instalaran este tipo de atracciones para impulsar el turismo. Actualmente la noria más alta se encuentra en Singapur con 165 metros de altura y ahora Ecuador también forma parte de los países que cuentan con una.
Los alrededores de esta gran estructura ofrecen diferentes stands a los que los visitantes pueden acudir para comprar comida (que puede ser ingresada a las cabinas), realizar fotos profesionales y un adquirir recuerdos de la noria como camisetas, cuadernos, bolígrafos, tazas, etc.
Rafael Cisneros, guayaquileño de 84 años, caminaba animado tomado de la mano de su esposa, Teresa Méndez de 70. Ambos expresaron que el paseo en la noria les resultó agradable, y, de manera jocosa, indicaron que iban a volver cuando sea un poco más rápida, “para sentir la adrenalina”.
“El precio para nosotros es barato, porque son cinco dólares para la tercera edad”, mencionó Rafael, mientras que Teresa afirmó que todo lo que sea a favor de la ciudad no es caro.
Enrique Vélez, guayaquileño de 60 años no opina lo mismo. “Cinco dólares en el feriado sí lo veo un poquito caro. Con $3.50 es apenas una vuelta. Sí veo un poco oneroso porque la gente de clase media baja con cinco dólares come dos días”, señaló. Sin embargo, resaltó que sí espera que se convierta en un ícono de la ciudad, por lo que espera que las personas cuiden la infraestructura.
El costo del boleto general entre semana es de $3.50, mientras que en los fines de semana y feriados cuesta $5. Niños, personas de tercera edad y personas con capacidades especiales cancelarán la mitad del costo.
La entrada exprés, que tiene como objetivo facilitar el ingreso evitando las largas filas, tiene un costo de $7 de lunes a viernes y de $10 los sábados, domingos y feriados. Del valor total de ingresos de la taquilla el 10% será destinado al Municipio de Guayaquil.
Es así que “La Perla”, se proclama como uno de los principales atractivos de la ciudad de Guayaquil, esperando que nacionales y extranjeros puedan disfrutarla y la conviertan en uno de los símbolos de la Perla del Pacífico.
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