lunes, 12 de diciembre de 2016

La danza es para ellos también

Por: Gabriel Cornejo E.

“Hay que sentir lo que se hace porque si no, no es danza. El arte no tiene sexo es como un ángel”

Jordy Zambrano, tiene 19 años, es bailarín del Ballet Ecuatoriano de la Cámara de Quito. Zambrano comenzó a bailar, desde los cinco años, folclore y jazz, y desde entonces “nunca dejó de dar vueltas”. El gusto por el ballet clásico inició a los doce años, en la escuela del Teatro Centro de Arte de Guayaquil. En un
principio entró con prejuicios sobre este estilo pero se dio cuenta que estaba equivocado y que era lo más “hermoso que podía experimentar”.

Para Jordy la danza realizada por hombres es algo natural, a pesar de que culturalmente en el Ecuador, se piensa que el ballet es solo para las mujeres. “Hay muchos bailarines hombres que han sido unas estrellas en este arte, y pues como dicen mis maestros tú eres hombre y como hombre tienes que salir al escenario, detrás del escenario puedes ser quien tú quieras. Y eso es verdad”, argumenta.

El año pasado Zambrano, experimentó el terror de todo bailarín. Una luxación de rotula en plena función impidió que continuara bailando por seis meses. El dolor físico no era el más fuerte sino el ver a sus compañeros bailar sin él. Sin embargo, este año ha podido regresar al escenario y “no quiere parar”.

Peter Ronquillo, manifiesta a Revista Los Trece que la motivación de bailar se lleva en la sangre. “Cuando era niño estaba relacionado con el baile en eventos infantiles o algún evento escolar. Pero fue hasta cuando entré en la universidad que pude ver algo profesional, en la carrera de danza, eso fue a mis veinte años, hoy tengo veintinueve”.

Ronquillo quien también es arquitecto, ha desarrollado un sin número de habilidades desde sus estudios superiores que han provocado una evolución en su arte. “Estudiando dos carreras al unísono, se fueron desarrollando un sin número de analogías y criterios que aunque pareciera difícil de ver, están completamente ligados”.

Peter no recibió por completo el apoyo de sus padres al estudiar danza, él nos comparte que la arquitectura “escudó bien” su pasión por danzar. “Estudiar arquitectura fue una gran excusa para escudar que también me estaba preparando como artista, sin embargo, con el tiempo mis padres fueron contemplando todo mi desarrollo y ahora se sienten orgullosos”. Este artista manifiesta que el mayor enemigo del bailarín “es uno mismo”. “Uno comienza con un sin número de dudas, a nivel social, religioso, económico. Mi familia tenía un criterio deformado y yo tuve que deshacerlo de mi cerebro y creer en cada cosa que iba realizando y haciendo”.

Para Bertha Díaz, experta en temas de género la creencia de que el arte de la danza es de mujeres es una "tiranía".
"La práctica danzaria para la sociedad en general es considerada todavía como propia del ámbito de lo femenino, sin embargo tenemos nosotros la suerte que si hurgamos en él, hay casos como el de Klever Viera y Wilson Pico, que a pesar de que pasan los 60 años siguen indagando en el movimiento y que han constituido un lenguaje. Y que las personas encuentren en estos cuerpos masculinos una potencia importante para la escena danzaria. Viera y Pico son los padres de este movimiento", afirma Díaz.

La catedrática argumenta que históricamente el hombre en la danza ha ocupado un rol importante y que por ignorancia evitamos que se desempeñe a plenitud. "La misma función social trasladada a la danza. Los bailarines eran los que cargaban con el cuerpo femenino, pero es interesante ver cómo la danza contemporánea hace que el hombre destruya ese patrón y explore las capacidades y plasticidades poéticas que tiene su propio cuerpo".

En Guayaquil, no existe un registro exacto de cuántas academias existen, ni tampoco de cuántos bailarines practican ballet o danza contemporánea. Sin embargo, cada vez hay más hombres que deciden realizar de este arte una carrera de vida, afirma Nathalie Elghoul, bailarina y directora de la Fábrica.
“Son pocas las (escuelas) que enseñan ballet para hombres, más se da a conocer la danza contemporánea. Sin embargo, poco a poco se va desmitificando esa mentira de que la danza es de mujeres. Porque el hombre es necesario y su corporalidad nos invita siempre a crear nuevas imágenes en el arte", concluye la artista.


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