Por: Demetrio Carrasco y Jane Machado
"Sin butacas, ni escenario, ni telón pero sin perder la esencia del teatro".
¿Te imaginas poder disfrutar varias obras una misma noche? ¿Pagar $ 5
por ver una representación? ¿Formar parte de la obra que se está
presentando? Todo eso es posible gracias a la magia del microteatro, en
dónde aquella cuarta pared de la que se habla en el teatro, la barrera
imaginaria entre el escenario y el público, se rompe por completo.
El
microteatro es un teatro de formato reducido. Se presentan obras de 15
minutos para 15 personas en salas o habitaciones pequeñas de 15 a 20 m2.
El espectador llega a sentir las respiraciones de los actores, se
siente dentro de la escena, se reduce la distancia con los intérpretes.
Se tiene la sensación de estar en el escenario. Los actores en ciertas
representaciones requieren cierta complicidad con el espectador.
“Actualmente
esta rama de las artes escénicas se encuentra ante un nuevo concepto de
entender la creación teatral: atractiva, diferente, cercana e
inmediata, sin perder la verdadera esencia del teatro.” Sostiene
Carolina Piechestein, actriz y productora guayaquileña.
El concepto micro
Piechestein
explica que el auge se dio luego de la crisis económica del 2009 en
España, donde el gobierno eliminó el 50% de la subvención de la cultura y
el público se limitó a acudir a este tipo de eventos. “Se limitaron a
hacer un teatro que cueste menos con piezas más breves, sin
auspiciantes, solo con su trabajo actoral”.
Menciona que esta
modalidad, a la que se denominó en España ‘microteatro por dinero’ se
convirtió en una tendencia que ahora tiene éxito en México, Miami,
Buenos Aires y otras ciudades en América Latina.
Hace hincapié en
que no por ser piezas de 15 minutos se debe pensar en la reducción de
la calidad, al contario, menciona, son piezas con las que se puede
trabajar más profundamente, con un objetivo más concreto en escena que
permite dar espacio a la experimentación con el espacio, el sonido y el
público.
“Es un experimento único y diferente, creo que en
Guayaquil hay un público sediento de cultura y creo que esto tendría que
despertar interés al otro tipo de teatro”, enfatiza Piechestein.
Microteatro en Miraflores
En
el afán de encontrar nuevos caminos para promover la cultura teatral en
Guayaquil, el productor guayaquileño Jaime Tamariz apuntó al
microteatro e inició el 13 de agosto de 2014 un primer ciclo en las
instalaciones de su productora Daemon, en Miraflores.
Desde
la espera del espectador hasta el desenlace de las puestas en escena,
el concepto se aleja de lo acostumbrado en el teatro convencional. “Esto
es un experimento que tiene como característica, además, la
independencia y autogestión”, enfatiza Tamariz.
De esta forma, Tamariz abre las puertas de lo que para él significa
“mi casa”. Una flecha amarilla rodeada de luces señala la entrada en el
exterior de la vivienda, ubicada atrás de la universidad Casa Grande,
con la leyenda “Microteatro Gye”. Un cálido ambiente de camaradería se
percibe al subir a lo que se ha improvisado como sala de espera, en
donde funciona la oficina de la productora. Algunos visitantes pueden
beber y degustar bocadillos mientras esperan de pie o sentados en dos
cómodos sillones con cojines a que inicie la función. En el inmueble
están adecuadas tres habitaciones, cada una con su respectiva
escenografía, iluminación y sonido.
En esta ocasión la ronda de
emociones empieza en el ático. En una pequeña habitación forrada de
negro, una sola luz ilumina el rosto indescifrable de Alejandro Fajardo,
quien junto a Alejandra Paredes crean la obra basada en hechos reales
'Vis-á-vis', quince minutos que transforman los rostros de los
espectadores en gestos de angustia.
Luego, en una habitación un
poco más grande, la obra 'Hamlet 101' aborda el profundo conflicto de
'ser o no ser'. Los actores Ricardo Velástegui y Marlon Pantaleón, bajo
la dirección de Carlos A. Ycaza, exaltan las facetas psicológicas del
personaje central de la célebre tragedia de Shakespeare.
El
recorrido teatral termina en un espacio adaptado como comedor. Los
espectadores se sientan rodeando la mesa y el actor Marcelo Varas da la
bienvenida al monólogo 'Noche de Paz', descrita como "una comedia negra,
con crímenes navideños", quince minutos de risas y tensión.
Sin
creer que sea necesariamente una fórmula exitosa, Tamariz asegura que es
una apuesta para mantenerse y crear nuevos espacios de difusión teatral
autogestionadas. “Nuestra idea es tener mayor constancia en la
producción, dar espacio a nuevas propuestas que tal vez no tienen
oportunidad en otros lugares, dar espacio al experimento”, puntualiza.
Microteatro y más arte en Urdesa
Se
trata del espacio cultural “El Nodo”, palabra urbana que significa
punto de encuentro, y que comenzó a funcionar en abril pasado gracias a
la iniciativa de un grupo de artistas, arquitectos y colaboradores
encabezado por Peter Ronquillo, arquitecto y bailarín profesional,
director de este espacio multidisciplinario para artistas
independientes.
Adentro, en la sala, presentan sus obras y
performances actores, bailarines, fotógrafos y músicos, mientras que en
el patio, en un pequeño escenario de madera a tono con el piso, con un
bar al aire libre los asistentes disfrutan de música en vivo. La casa de
dos plantas está ubicada en las calles Segunda 611, entre Ficus y Las
Monjas y enciende sus luces y se llena de movimiento dos viernes al mes,
por la noche.
Aunque primero se pensó en un microteatro,
Peter dice que no estaba convencido porque cuando iba a esos espacios
le faltaba algo, “sentía que no
me podía quedar más tiempo, me quedaba con ganas de conocer gente, de
socializar, entonces pensé que el espacio tenía que ser mucho más
interdisciplinario, que la gente que viniera tuviera cosas en común, que
se ayudaran, porque por ejemplo, el fotógrafo siempre necesita de
bailarines y los bailarines del fotógrafo, igual una obra de teatro
necesita música y los músicos quieren que se dé a conocer su creación”.
“Los
artistas se pueden repetir de un nodo a otro, lo que tratamos es de que
haya variedad, que haya obras de teatro, de música, de pintura,
fotografía, poesía, danza”. Comenta Jennifer Cabezas, bailarina y
directora artística del espacio.
El Nodo también da cabida a los
emprendimientos. “No hay de comida, pero hemos tenido de jabones
artesanales, champú para perros, zapatillas, carteras, etcétera”,
comenta Jennifer, que indica que lo importante es que se dan a conocer y
se generan contactos, al igual que los artistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario