martes, 13 de diciembre de 2016

Guayaquil atrae deportistas extremos

Por: Daniela Zevallos, Kelly Intriago, Daniela Asanza

El aire libre y la adrenalina son algunos de los motivos por los que chicos, jóvenes y adultos visitan la reserva forestal ‘Senderos’ del parque Samanes, en la zona norte de Guayaquil. Aquí, familias se congregan para disfrutar de paseos en bicicleta, caminatas, observación del paisaje desde lo alto y, especialmente, de deportes extremos que atraen a locales y a turistas en busca de aventuras.

Ubicado del lado izquierdo de la avenida Francisco de Orellana, al norte de la ciudad, frente a las canchas deportivas del parque, este espacio es una de las obras que genera más actividad en los ciudadanos. Forma parte del Área Nacional de Recreación Parque Samanes, un proyecto del Gobierno Nacional administrado por el Servicio de Gestión Inmobiliaria del Sector Público Inmobiliar.



Siete kilómetros de ciclovías de tierra, una caminera de 1,2 kilómetros, dos torres canopy de 16 y 22 metros con un recorrido de 250 metros cada una y un rocódromo de 14 metros de altura, son las principales atracciones. Son 137 hectáreas inauguradas en octubre de 2015 como parte de las celebraciones de las fiestas de la urbe. El proyecto se concretó con una inversión de $ 10’282.528 dólares, según datos de la Empresa Pública de Parques Urbanos y Espacios Públicos.

Deportistas profesionales y amateur utilizan estos espacios de esparcimiento de lunes a viernes y los fines de semana, aunque es en estos últimos en los que hay más concurrencia.

Desde el momento de preparación en que debe colocarse implementos como guantes, casco y un arnés, Pedro Iglesias, estudiante guayaquileño de 22 años, siente emoción y ansias. Siempre que tiene la oportunidad realiza deportes extremos, de esos que aceleran el corazón, y ahora puede hacerlo en su ciudad. “Se empieza con poca velocidad y después va aumentando. Al principio no tienes mucho equilibrio”, comenta, luego de subirse a las torres de canopy del parque Samanes.

La actividad dura menos de un minuto, pero esos pocos segundos los vive con intensidad. Sentir el viento en la cara y tener la vista de las personas que lo esperan al otro lado, son factores que Pedro califica como una sensación“increíble”. “Sentir que si te caes te mueres, eso es lo mejor”, comenta el intrépido joven.

Los horarios son del agrado de quienes gustar de realizar actividades físicas en el día, pues ‘Senderos’ está abierto al público de 09:00 a 17:00 y una hora antes los sábados y domingos, aunque, según señalan los guardias de seguridad, se recibe a las personas hasta las 15:00, lo que desanima a algunos visitantes.
Así comenta Gabriela Bravo, estudiante de hotelería y turismo de 25 años. “Hasta las 12:30 se realiza la venta de boletos para quienes quieren disfrutar de la experiencia de realizar algún deporte extremo, sin embargo es hasta las 16h00 que permiten realizarlos. Algunos usuarios ven incómodo el horario de atención de la boletería, ya que por diversos motivos no siempre pueden comprar los boletos antes de la tarde”, señala.

El ingreso al área es gratuito, pero hay que adquirir boletos para utilizar las atracciones. El costo de todas las actividades, al inicio del proyecto, era de $4, pero desde agosto de este año el valor de las entradas para el rocódromo es de $2 y para el canopy es de $3. Este cambio se debe a que en 2016 la administración de estas áreas pasó a otra concesionaria.

El lugar también cuenta con una plazoleta en la que se ubican un área administrativa con punto de enfermería, local de comidas, pérgola y baterías sanitarias. Durante los feriados suelen haber ferias de microemprendedores que aprovechan la afluencia de visitantes y deportistas para vender sus productos. Asimismo, el área tiene un puente de 84 metros que atraviesa un humedal.

Aunque hay ciudadanos inconformes con los horarios, otros se muestran positivos con respecto al proyecto en general. “Me gusta mucho el contacto con la naturaleza es por eso que pienso que es una buena opción para disfrutarla en familia haciendo algo diferente", señala Jorge Espinoza, de 54 años, mientras camina en el sendero adoquinado destinado para eso.

Mientras los más jóvenes disfrutan de la acumulación de adrenalina que significa lanzarse a gran velocidad por el cable del canopy, otros prefieren recrear la vista desde las alturas. En las torres de avistamiento se puede observar toda la zona de samanes y sectores aledaños, una vista no tan usual.

La reserva forestal es parte de la primera etapa del Parque Samanes, un nuevo pulmón de la urbe porteña que se creó con el fin de generar más espacios verdes y de esparcimiento.


Guayaquil acoge visitantes locales y extranjeros, y desde hace un año puede ofrecer también estas atracciones que generan un impacto positivo en la salud y en la recreación. Lo senderos y todos su servicios son los preferidos por los aventureros, aunque en los largos caminos deportivos se puede observar que este no es un requisito para disfrutar de la naturaleza.

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